martes, 13 de julio de 2010

Tranquilos, que tengo a mi Heroína

Yo soy fan de los empresarios. Podría ser más objetiva y decir: de los empresarios españoles, pero voy a generalizar porque me da la gana meter a todos los empresarios en la misma bolsa.
Me fascina (y me acojona que “fascinar” y “fascismo” tengan la misma raíz) la frialdad de los mismos.

Un individuo decide, de la noche a la mañana, abrir un negocio. Invierte una cierta cantidad de dinero que utiliza para realizar reformas en el futuro negocio. Adquiere un stock de mercadería y cuando todo está dispuesto inaugura el negocio. Para ello, necesita contar con las horas de trabajo de dos personas. Pasado el tiempo de prueba y conforme con las horas de trabajo establecidas y el salario de los trabajadores; el empresario DEBE dar de alta en la seguridad social a sus empleados. Así como debe contratarlos como empleados, DEBE también otorgarles un periodo vacacional proporcional a las horas trabajadas, y demás condiciones.

Todo esto sería lo normal, lo lógico y lo utópico.

Pero un empresario es un amante de la oscuridad. Hacer las cosas claras implica pagar a una gestoría que gestione y administre los contratos. Luego está hacienda, que para los empresarios es una locura. ¿Vacaciones? Eso es una canción de Madonna. A los empresarios les fascina que sus ¿empleados? estén en negro, tratarlos como negros. Adoran el riesgo diario que produce no saber si tendrán que huir por la puerta trasera en cuanto un inspector entre por la puerta.

Yo adoro vivir así.

Adoro ir a trabajar con la incertidumbre diaria de no saber si la semana que viene tendré trabajo. Sufro espasmos de alegría cuando veo a un hombre que conforme entra por la puerta anuncia que trabaja en el ayuntamiento. La adrenalina me corre por las venas cuando cobro 34 euros el día, pero si me pongo mala me descuentan 50. La alegría que da saber que no tendré derecho al paro. La satisfacción personal que me produce vivir en casa con mi familia porque la palabra “emancipación” no es un hecho, es un ideal. El orgullo de saber llegar a fin de mes y la superación personal que siento cuando logro ahorrar.

La tranquilidad de saber que mi empleador puede dormir tranquilo.

Daroga Inc. -